lunes, 14 de julio de 2014

Lunarïe VI

-Soy parte de una especie de unión llamada "Bajo Alas", nos dedicamos a actuar en la sombra, intentando descubrir los misterios ocultos de Ialanthilïan y los altos cargos que lo controlan. Normalmente, nuestros esfuerzos están concentrados en Lunarïe, ya sabes que es el reino más misterioso y oculto. Ahora, parece haberse aliado con Acuarïe y tú eres la prueba de que algo se está cociendo. 
Me quedé callada, pensando sobre mi misión, yo también era parte de todo esto. Reflexioné sobre si sería correcto contársela a MissLu: "Esperemos un poco más Aqua, aún no sabemos si esconde algo... Pregunta sobre esa unión a la que pertenece..." Decidí hacer caso a Mireia, de todos modos, era lo más sensato.
-¿Quiénes componen "Bajo Alas"?
-Un grupo de cada Reino, son resistentes, reticientes aún a aceptar el nuevo puesto de Titania como Reina de Reinas.
-¿Quién es vuestro líder?
Miss Lunarïe sonrió:
-Exacto, vuestro líder. El único rey masculino, además de Oberón, el rey de Blackblows, que hay en la monarquía de Faerie; Sheren, soberano de Ithirïe.
Un sobresalto me recorrió, al venir a mi mente las imágenes del primer reino que visité cuando llegué a este mundo. El bosque, el baile, la música, unos ojos verdes, una sonrisa burlona...
-¿Aqua? ¿Estás bien?- la lunarïe chasqueó los dedos y yo salí de mis pensamientos.
-Sí, sí... Sólo estaba pensando en todo esto- una verdad a medias.- Ya no puedo confiar en Atlantia, tampoco en Titania. Quieren utilizarme y yo no lo pienso permitir.
-¿Te dijeron algo más? ¿Algo que tenías que hacer? 
-No, pienso que sólo quieren tenerme controlada, una nemhirie con estos poderes... 
MissLu me miró pensativa:
-Has sido la primera persona, después de Atlantia, en entrar en Acuarïe. ¿Cómo es aquello?
Le miré a los ojos, ¿por qué dudaba aún de ella? 
-Líquida- sonreí.- No, ahora en serio, es muy bonito. Atlantia me dijo que lo había reconstruido ella, hay edificios preciosos y, en mi opinión, si algún día aparecen más acuarïes, sería un reino agradable dónde vivir.
MissLu rió:
-Sólo para aquellos que sepan respirar bajo el agua.
"Y también para los que no sepan" pensé, dibujando una sonrisa. "Con una pequeña acuarïe en tu interior, todo es posible"
Sentí un aleteo en mi interior, me acordé del típico codazo amistoso que se dan entre amigos por alguna broma. "No lo niegues, Mireia" sonreí.

Minutos más tarde, MissLu y yo tomamos la decisión de descansar en Blackblows:
-Iremos allí y, luego, iremos a Ithirïe. "Bajo Ala" te necesita Aqua, únete a nosotros- dijo MissLu, solemne.
-De acuerdo- no necesité un segundo para pensarlo, sentía que mi lugar estaba entre la Resistencia, quizás allí podría encontrar las respuestas y pensar sobre mi misión. Estaba confusa y sabía que no me habían contado toda la verdad.
La chica pareció satisfecha y juntas cruzamos el bosque en silencio, atentas a cualquier sonido, hacia Blackblows. 

Cuando llegamos al límite de Blackblows, percibí con claridad el cambio en el ambiente, todo era diferente; el olor, de flores de la noche a pan horneado y más alimentos apetitosos, la temperatura, de la fresca brisa al templado calor de cuerpos en movimiento... Y, sobre todo, la actitud, en el bosque de Nictis todo era misterioso y había una cierta tensión, pero en Blackblows, la alegría y la tranquilidad, exceptuando algún robo ocasional, reinaban.
Sentí cómo MissLu parecía relajarse, como el soldado que abandona terreno hostil, y eso me provocó buenas sensaciones. Nos dirigimos cruzando las calles, yo aún llevaba el vestido azulado algo ajustado que me puse para dormir y los duendes me miraban con cara de sorpresa. Sus ropas eran más sencillas y cómodas, predominaban los colores oscuros, para confundirse en las sombras. Yo era como la oveja blanca entre las negras.
Entramos al fin en una casa cerca de la plaza principal, no me fijé demasiado en la decoración, pero parecía sencilla. Era una sola planta y había dos camas, además de una mesa y un armario. Miss Lunarïe se dirigió hasta este y sacó un pantalón negro que parecía de cuero y una camisa del mismo color:
-Ten, mañana te vestirás con eso. No queremos que empieces a destacar demasiado y corra la voz, Titania tiene espías hasta en las alas de las pixis.
-Gracias- murmuré.- Yo...
Iba a decir algo cuando en la puerta sonaron tres golpes seguidos, luego dos más y, finalmente, otros tres. Parecía un código para entrar, Miss Lunarïe cerró el armario y abrió la puerta. En la oscuridad, vi brillar dos puntos y escuché una voz femenina:
-¿Qué tal MissLu?
Una chica vestida de gris ceniza entró en la sala y, al verme, dijo, clavando sus ojos color granate en mí:
-Encantada, soy Tess.

Continuará...
 

lunes, 16 de junio de 2014

Lunarïe V

-Es una fugitiva Miss Lunarïe, esto no es lo que se dice "actuar en la sombra", precisamente- escuché una voz masculina entre la niebla de mi sueño profundo, grave, tal vez algo enfadada.
-Sé que es una fugitiva, pero tiene algo que intuyo que nos puede servir para averiguar qué traman está pasando- murmura la tintineante voz de la lunarïe.
-Quizás tengas razón pero aun así...
La nebulosa del sueño volvió a cerrarse en torno a mí, cayendo dormida otra vez.

********* 

Flotando en un mar de aguas claras, ahí estaba de nuevo... La sangre... La plata... No... 
-¿Piensas que soy estúpida verdad?- una voz que parecía estar en una burbuja sonó, impasible e irratada.
Los labios de la sirena se entreabieron, un murmullo casi inaudible brotó de ellos. Sus ojos se endurecieron, sus pupilas oscuras se agrandaron y comenzó a temblar, de rabia.
Aquella voz burbujeante explotó en un grito agudo y la sirena se encogió, pero sus manos se cerraron en puños. 
En mi interior... Mireia también cerró sus manos...

*******

-Despierta Aqua... Arriba...- la fría voz de Miss Lunarïe me sacó de mis agitados sueños y abrí los ojos, encontrándome con sus oscuros ojos, con sus pupilas de diamante. Sobre mi cabeza, la Luna afilada parecía contonearse entre las ramas de la cabaña en la que estaba yo tumbada.- Vamos, levanta.
Me incorporé con la ayuda de la lunarïe y la sed se apoderó de mí, devorando mi garganta. Una tos ronca y casi dolorosa salió de mi garganta. Miss Lunarïe me acercó una especie de cantimplora y yo bebí con ansia.
 "Tus poderes son de agua... Tu fuente de poder es el agua..." ¿Y ahora me lo dices, guapa? Mireia... Tan oportuna como siempre. Ella pareció encogerse de hombros y yo sonreí. De todos modos, era obvio:
-Gracias.
Le di la cantimplora a la chica y me incorporé. Cerré los ojos, intentando recuperar el equilibrio. MissLu me apoyó en ella hasta que se me pasó el mareo y, entonces, poco a poco, comenzamos a salir de la cabaña.
Fuera, la noche seguía clara y los duendes estaban sentados en círculo alrededor de dos mujeres duendes que bailaban al son de la música. Varios se giraron hacia nosotras, entre ellos Puck, que se apresuró a levantarse y encaminarse hacia nosotras con su sonrisa típica de niño travieso:
-Buenas noches mi encantadora dama- dijo, acompañado de una torpe reverencia que me sacó una sonrisa.    
-Pírate, Puck- dijo MissLu.
-¡Pero bueno! No creía que fueras tan rencorosa... Sabes que siempre me escaparé antes de que des el golpe de gracia querida hadita lunar...
Miss Lunarïe lo miró con odio, una mirada que haría temblar hasta a las rocas. Me ayudó a sentarme en el suelo donde parece que comencé a sentirme mejor y ella se sentó a mi lado, parecía que tenía que explicarme algo importante. 

Ella miró al duende, que seguía de pie junto a nosotras, esperando respuesta:
-Fuera.
-No.
-Puck, ya, fuera.
-Estamos fuera, ¿o crees que el bosque es tuyo?
-Estamos en la parte de Lunarïe, técnicamente es mío, sí.
-Querida MissLu, ¿tú? ¿Lunarïe? No sabía que de repente te habías vuelto patriota.
-Para lo que conviene, así que déjame a solas con Aqua.
-¿Y si no quiero? 
A Miss Lunarïe se le estaba acabando la paciencia, inspiró hondo con los ojos cerrados y se giró hacia Puck, pero curiosamente, sonreía, su voz se volvió peligrosamente dulce:
-Oh Puck... Podrías quedarte si quieres... Pero claro... No sé si a Aqua le apetece duende a la plancha... ¿Verdad Cielo sobre Agua?
Miré a MissLu, sorprendida, ella me guiñó el ojo y señaló con la cabeza a Puck. Yo comprendí y miré al duende, que me devolvió la mirada, asustado:
-Oh sí... De dónde yo vengo es muy típico el "duende a la marinera".- Clavé mis ojos en los suyos, pareciendo hambrienta.- Y la verdad, no he comido nada en tanto tiempo...
Comencé a incorporarme amenazante, el duende retrocedió un poco, la voz le temblaba:
-Pero... Encantadora dama... No será capaz...
Me relamí los labios, mientras miraba de arriba a abajo a Puck:
-Sí... Seré capaz...- mi voz sonó tan dulcemente peligrosa como MissLu. Salté muy cerca del duende y él salió corriendo despavorido, junto con sus demás compañeros que se habían ido hace un rato, con la música a otra parte.

La lunarïe me miró sonriendo y ambas nos reímos. Me volví a sentar y ella me miró, seria de nuevo:
-Ahora, dejémonos de misterios. ¿Quién eres tú de verdad?
Clavé mis ojos castaños grisáceos (¡sí! Se estaban volviendo de un gris plata, aún no entiendo por qué) en los suyos color azabache:
-No sé si aún puedo confiar en ti.
-Chica lista, es la primera lección que debes aprender si has conocido a Titania y a Atlantia- MissLu sonrió.
-Lo sé, por eso me fui. Atlantia me mintió. Titania es su cómplice.
-¿Cómplice? ¿De qué?
-Contártelo incluye mi identidad también.
Miss Lunarïe suspiró:
-Oye, te ayudé en el laberinto y te ofrecí la posibilidad de venir conmigo si estabas en peligro, como estás ahora. Sólo quiero echarte una mano, y esto no me ha pasado con nadie más. Tú tienes información que necesito, yo tengo la protección que necesitas.
-¿Para qué quieres la información? ¿Sabes algo de lo que está pasando?
La lunarïe sonrió, irónica:
-Intuyo, sé, descubro. Algo se está cociendo en Nictis, no es novedad. Siempre hay algo que escondido en Lunarïe, pero esta vez parece más grande.

Suspiré, está bien, igual podemos confiar en ella. Mireia parecía estar también interesada en la lunarïe y decidí confiarle el secreto. Conté toda mi historia pero omití el dato de la identidad de Mireia, prefería mantenerla en secreta aún. Miss Lunarïe sólo sabría de mis poderes por una casualidad, algo aleatorio, escogido por Atlantia.
La lunarïe suspiró:
-Así que una conspiración entre Acuarïe y Lunarïe. Muy peligroso... Aún así... Es raro que Atlantia dejara sus planes precisamente en tus manos y no en las de otras...- ella me miró entrecerrando los ojos, como si quisiera escrutar en mis secretos. Era lista.


-¿Me estás llamando poca cosa, lunarïe?- le dije, alzando una ceja.
Ella dibujó media sonrisa en sus labios:
-Para nada... Está bien, ahora me toca a mí....

Continuará...


viernes, 3 de enero de 2014

Lunarïe IV

El agua me rodeaba, me amparaba... Sólo estábamos nosotras... El agua y yo, yo y el agua. El silencio era grande, profundo, inmenso... Lo llenaba todo, pero no daba miedo, la paz estaba implícita en él.
Una onda rozó mi piel, provocando el mismo efecto que se siente cuando alguien pasa nadando a tu lado, cruzando el agua. Abrí los ojos.
Azul.
Rayo de luz.
Azul.
Rayo de luz.
Azul.
Sirena.
Azul.
Rayo de...
Volví la cara rápidamente hacia donde había visto el intruso de mi perfecta sucesión.
Estaba tirada en el fondo marino, sobre la arena, los dispersos rayos de luz que cruzaban el líquido y llegaban hasta ella arrancaban tímidos destellos a su plateada cabellera. Estaba de espaldas a mí, no podía ver su rostro, tan sólo la marca ensangrentada de su espalda, no estaba segura, pero al verla, me recordó al trazo de una letra... Una letra de un nombre que debía recordar... Era importante.
Un grito de horror, de pena, de injusticia, cruzó el agua, llegando hasta mis oídos.. No... No...

Me desperté temblando, y no precisamente de frío, el miedo aún atenazaba mis entrañas. "Sólo es un sueño... Sólo un sueño..." me dije a mi misma, repitiéndolo como un mantra para tranquilizarme. Poco a poco, el pulso y la respiración bajaron, relajé la mandíbula que había mantenido en tensión de tanto apretarla por el miedo y suspiré. "Pero parecía tan real..." aún tenía aquel sonido infernal del sueño en mis oídos.
Miré por el gran ventanal de mi habitación y contemplé la luna de Lunarïe durante un rato, dejando que los hechos de la noche anterior llenaran mi memoria, encerrando aquel nefasto sueño en algún rincón de mi mente. Lo tenía decidido ya, tenía que huir de Atlantia, sus ideas y su voluntad no eran buenas, estaba segura de eso. No sabía lo que tramaría, pero precisamente recuperar su pueblo y "ser felices y comer alguitas" no era su propósito. Recordé a Miss Lunarïe y sus palabras, aún no confiaba mucho en la lunarïe, pero no parecía precisamente el mismo tipo de lunarïe que Titania o la Duquesa Geminia. 
Ella era... Diferente... Rebelde.
Me di cuenta que prefería ser una rebelde antes que un títere en manos de Atlantia y Titania.
Me levanté de la cama y salí de la habitación, con la cabeza bien alta, atenta a cualquier sonido que se escuchara en aquel palacio.

Crucé pasillos y salones, bajando escaleras y dejando atrás ventanales y puertas que parecían mirarme enfadados, llenos de rabia... Sí, señores, me escapo de esta absurda jaula de cristal. 
Llegué al salón principal sin ningún problema, parecía como si el castillo se hubiera quedado desierto, muerto. Justo cuando comencé a pensar que todo había sido muy fácil, escuché un frufú de ropas detrás mía y me giré rápida como el rayo, justo a tiempo para ver aparecer a Núctuna, que bajaba la gran escalera de caracol vestida con un largo vestido blanco que parecía un camisón de abuela y la cara embadurnada en algo marrón... "¿Esta gente necesita cosméticos?" pensé "¡Pero si no tienen ni una mísera espinilla!"
Núctuna se me quedó mirando sorprendida, parecía que no me esperaba, pero, una vez pasado la impresión inicial dijo, con una rídicula voz de recién levantada:
-¿Qué haces tu aquí eh? Deberías estar en tu cuarto, pero bueno, casi mejor que estés aquí, porque vas a ensuciarlo aún más con tu asquerosa presencia nemhirie...
Me quedé pasmada ante eso y la sangre comenzó a expandirse por mi cuerpo con fuerza, decidí atacar:
-¿Y tú? ¿No deberías estar en tu cuarto quitándote la plasta esa que te has echado en la cara? ¿O es que te estás poniendo guapa para ver a tu prometido duende?
Parecía que lo que más le dolía a las lunarïes es que las relacionaran con duendes, y Núctuna era la típica pija que aparenta mucho pero que no tiene nada. Vi en sus ojos arder el fuego de la indignación y su voz se endureció:
-Oh, cuidado estúpida nemhirie... Puede que seas importante para los planes de la imbécil de Titania pero créeme que no me va a importar darte unos cuantos sustos si me place...
Le sonreí desdeñosa:
-Mira cómo tiemblo Núctuna, en el fondo eres solo una súbdita de Titania, no te hagas la importante porque no se lo cree nadie.
Me agaché justo a tiempo de esquivar un rayo plateado que cruzó el espacio donde estaba mi cabeza antes. Había conseguido enfadar a Núctuna, y me estaba arrepintiendo, ahora no tenía a Atlantia para defenderme. 
Salí corriendo hacia la puerta de la inmensa entrada del castillo mientras los haces plateados volaban hacia mí, menos mal que la lunarïe tenía mala puntería:
-¡No te vayas ahora nemhirie! ¡Quédate y me sigues contando esas cositas! ¡Cuéntame cómo vivís en vuestro asqueroso mundo de ratas e insectos! ¿¡Tu madre era tan fea como tú!? ¡Lo siento por tu padre!- Núctuna chillaba detrás de mí, riéndose con su odiosa risa de rata.
Me paré en seco, faltándome metros escasos para llegar al límite del bosque y me volví, encarándome a Núctuna, la cual estaba aún en la entrada del castillo, con su camisón brillando, parecía un fantasma:
-No te atrevas a hablar de mi madre...- le dije amenazadoramente, Mireia comenzó también a agitarse en mi interior.
-¿Por qué? Es la verdad, los hijos se parecen a sus padres y como tú seas igual que ella, pobre de tu padre que tiene que aguantaros a las dos...- me sonrió con burla.
Di una patada en el suelo, con rabia, mis ojos se encendieron, un poder ancestral brotaba de mi alma, del alma de Mireia, ella sabía lo importante que era mi familia para mí, había estado conmigo desde mi nacimiento, sabía lo buena persona que era mi madre, lo que me quería. Mi madre era en parte también la madre de Mireia, como lo era su madre para mí, aunque nunca la hubiera conocido.
La tierra tembló, levanté mi brazo derecho y Núctuna salió disparada por los aires, montada encima de un torrente de agua gigante que subió hasta el cielo. La lunarïe chillaba, aterrada:
-¡Bájame de aquí! ¡Bájame!
Sonreía orgullosa por mi victoria, pero de repente me di cuenta de que aquella no era yo, nunca me había gustado intentar hacerle daño a nadie...  
Al momento, la rabia cesó en mi interior, mi alma se calmó, Mireia durmió... Caí de rodillas en tierra, bajando el brazo, haciendo caer a Núctuna sobre unos arbustos. Mi respiración estaba acelerada, mi corazón latía con fuerza, el torrente desapareció. 
Oí gritos en el interior del palacio de Nictis, no podía perder tiempo, tenía que huir.
Me levanté como pude y me adentré corriendo en el bosque. 
Las pixis chillaban a mi alrededor, me choqué con más de una que se quedaba refunfuñando detrás, las ramas de los árboles me arañaban el rostro, los arbustos las piernas... Corría con el corazón casi en la boca.
No sabía que había sido todo aquello, Núctuna me había provocado, liberando esos poderes que se supone que tengo gracias a esa acuarïe que vive en mi interior, pero... Tampoco quise hacer daño a la lunarïe, sólo asustarla un poco. Recordé el golpe al chocarse contra los arbustos y si...
No.
No.
Seguí corriendo, alejándome de Nictis, perdiéndome en las sombras del bosque, tenía miedo, mucho miedo. De Titania, de Atlantia, del sueño, de las sombras, de los sonidos, de esa Aqua que había provocado todo aquel caos... Tropecé con la raíz de un árbol y allí me quedé, tirada en el suelo, a punto de sumirme en la negrura. Lo último que recuerdo fue una voz:
-Sabía que vendría...

Continuará...

lunes, 9 de septiembre de 2013

Lunarïe III

-Y bueno...- Miss Lunarïe giró su daga, haciendo que brillara, letal, con la luz de la eterna luna del Reino de la Noche.- ¿Y qué hace una chica como tú en un laberinto oscuro como este?
El tono curioso de MissLu la delataba, parecía que no le gustaba no poseer toda la información posible... Las lunarïes son así, puede que miles de misterios rodeen a su persona, pero no toleran que los demás tengan misterios para ellas:
-Salí a pasear y... Me perdí...
Puck ahogó una risa, le miré con el ceño fruncido:
-Oh bella dama, no se enfade... Sólo que perderse en este laberinto de juguete... ¡Por las barbas de Oberón! ¡He visto laberintos mejores que este!
-¿Oberón?- aquel nombre masculino me sonaba de algo... Quizás de algún libro de los muchos que había leído. Tenía la impresión de que estaba relacionado también con Titania, la fría Titania.
-Es el esposo de Titania, y rey de Blackblows, la ciudad de los duendes, se encuentra junto a Lunarïe- MissLu clavó sus ojos negros en Puck mientras giraba la daga con la mano, parecía enojada, como si hablar de Blackblows le suponiera un esfuerzo demasiado grande y molesto.
-¡¿La ciudad de los duendes?! ¡Blackblows es algo más de eso hadita de la luna!
La lunarïe se giró hacia él amenazadoramente.
-¡Que no me llames hadita!
El duende saltó ágilmente hacia un lado, esquivando a la lunarïe y se perdió entre los árboles riendo y gritando:
-¡Es el reino de la diversión y el vino! ¡LAS FIESTAS SON GRANDES EN BLACKBLOWS HADITA!
La risa de Puck se fue haciendo cada vez más y más lejana, hasta desaparecer del todo. Las dos chicas se quedaron solas en el claro, escuchando a las pixis chillar:
-Yo lo mato- murmuró Miss Lunarïe, mirando los árboles entre los que Puck había desaparecido. Disimulé una sonrisa y, no sé por qué, pensé en aquella frase que decían sus amigos cuando ella era pequeña: "Los que se pelean se desean..."
La lunarïe me miró:
-Vamos a palacio... Te estarán esperando.
Asentí y me incorporé, pero al intentar ponerme derecha, un pinchazo sacudió mi costado y me llevé la mano al golpe en la costilla, con un gemido de dolor. Miss Lunarïe giró por última vez su daga y la metió en el cinto, se acercó a mí:
-¿Estás bien Aqua?

Inspiré hondo e intenté de nuevo incorporarme, despacio, conseguí ponerme derecha un poco más, hice el amago de colocarme totalemente recta, pero otro pinchazo me sacudió:
-No puedo...- murmuré.
Miss Lunarïe me cogió por la cintura:
-Rodea con el otro brazo mi cuello.
Yo obedecí y comenzamos a andar, lentamente:
-¿Te duele al andar?- me preguntó MissLu, su voz se parecía a la que ponen los doctores cuando están diagnósticando a un paciente, más bien monótoma.
-No... No mucho- era cierto, no me dolía al andar, sólo al incorporarme.
Continuamos cruzando el laberinto en silencio y, al fin, llegamos a la puerta del palacio de Nictis:
-Tendrás que seguir sola a partir de aquí Aqua, yo... No soy muy fan de Titania que digamos, ni ella de mí, así que mejor que no sepa que he estado contigo... Mejor para ti.
-Pero... ¿Por qué?
Miss Lunarïe pareció sumirse en otros recuerdos, y en su cara apareció una sonrisa pícara:
-Nunca ofrezcas a Titania bayas Fryol Cielo sobre Agua, su reacción no sería muy amigable...
En aquel momento no entendí muy bien lo que quería decirme la lunarïe, pero después, al saber lo que pasaba a la Bella Gente que comía las bayas Fryol, me reí a carcajadas. Por lo visto, aquellas bayas, tenían la propiedad de hacer confesar cosas de los que se estaba... Digamos... Muy orgulloso de haber hecho.
La lunarïe se dio la vuelta y se dirigió al bosque:
-¡Espera! ¿Volveremos a vernos alguna vez?
Miss Lunarïe se giró y me miró, enigmática:
-Quizás, si algún día quieres escapar de las altas cortes... Búscame en el bosque de Nictis.
Y, tras estas extrañas palabras, la lunarïe echó a correr y se fundió con las sombras del bosque.
Llamé a la puerta del palacio, aún confundida por las últimas palabras de Miss Lunarïe, y crucé el amplio recibidor donde se encontraban las escaleras de caracol, las cuales subí, aún con la mano en la costilla. Tenía que encontrar a Atlantia, ella me curaría.
Llegué a la primera planta, donde se encontraba mi habitación, el pasillo estaba iluminado por la luz plata que entraba por los grandes ventanales que poseía, las esquinas estaban envueltas en sombras y eso me producía inquietud, aquel reino era muy bello y elegante, pero daba escalofríos.
Oí la voz de Atlantia tras una de aquellas puertas, estaba entrabierta, me acerqué a ella e iba a llamar para poder pasar cuando dos frases pronunciadas por mi reina paralizó todo mi cuerpo:
-Sólo es una cría... Hará lo que queramos Titania...
-No lo pongo en duda Atlantia- la reina de reinas parecía pensativa.- ¿Sabe algo de nuestros planes?
-Sólo que la necesitamos para traer a más acuarïes atrapadas en cuerpos de esas estúpidas nemhiries...- un dolor agudo apareció en mi pecho, había insultado al mundo del cual yo venía... Yo también era nemhirie...
-¿Quién está dentro de su cuerpo?
-Mireia...
-¿La princesa? Ella iba a ser reina de Acuarïe tras Tritia, creí escuchar que estaba encerrada. Tritia la encerró para poder gobernar a su antojo, era dama de honor de Nelea, la madre de Mireia, siempre estuvo celosa de ella...
Sentí como algo despertaba en mi, una lágrima resbalando por mi interior... "Princesa...¿Es cierto Mireia?" El calor llenó mi cuerpo, Mireia afirmaba.
-Exacto Reina Araña... Tritia quiso gobernar y, cuando murió Nelea, encerró a Mireia en una habitación en la torre de Cantáride, tomó el trono por la fuerza y, a todo el que se le oponía, cedía a sus dragones la opción de aplicar el castigo necesario.
Aqua se estremeció; "Dragones..."
-Hubo rumores de que fue la propia Tritia quien mató a Nelea...- la voz de Titania era fría.
Mireia se estremeció en mi interior, el frío se expandió y, sin necesidad de preguntarle, supe que la acuarïe que habitaba en mi interior sabía que aquello era verdad...
-Nos traerá a esas nemhiries Titania, tú las necesitas para que Ialanthilïan vuelva a ser un país próspero y libre... Necesitas que todos los reinos estén poblados, no podemos dejar que una parte de Ialanthilïan esté en el mundo nemhirie...
La voz de Atlantia era persuasiva:
-¿Y tú? ¿Por qué me ayudas en esto?
-Te apoyo y me encantaría ver mi reino florecer de nuevo...- un temblor me sacudió y creí escuchar un susurro que decía: "Miente... Mentira..." Mireia tenía razón, yo también sentía que había algo oculto en las palabras de Atlantia.- Aqua hará lo que le pidamos, sin mí, está perdida, nunca ha pisado este mundo... Ella ha aceptado su misión... Aqua es la única que puede estar en la tierra nemhirie, sabe moverse por ella y es dócil...
Me separé de la puerta, con los ojos húmedos, me dirigí a mi habitación, cerré la puerta tras de mí y me tiré en la cama. Un pinchazo me sacudió, pero casi que no lo sentí, el dolor de la decepción y de sentirse un peón en manos de otro que lo moviera por el tablero de ajedrez era mucho mayor que el dolor físico.
Cómo podía haber sido tan idiota...
Tan confiada...
Sintió un dulce calor por todo el cuerpo y sonrió entre lágrimas; "Gracias Mireia..." De repente, abrió los ojos y miró la gran y redonda luna que coronaba aquel negro cielo sin estrellas, se acordó de las palabras de Miss Lunarïe:
<<Si quieres huir de los altos cargos... Búscame...>>
Sabía que Atlantia no quería a las demás acuarïes, que a saber de qué manera las expulsaría del cuerpo de las nemhiries, para repoblar su reino... Había algo más... Tras lo que había escuchado, había llegado a la conclusión de que la reina de las aguas no era precisamente una soberana preocupada sola y exclusivamente por su pueblo. El ansia de poder le corrompía, ¿qué quería conseguir? No lo sabía, pero estaba dispuesta a descubrirlo...
"Mireia, iremos a por las demás... No podemos dejar que Atlantia las encuentre primero..."
Creí escuchar el sonido de un riachuelo y luego, sentí como mi cuerpo se relajaba, invitándome a una noche de descanso... Lo último que escuché antes de sumergirme en el océano de los sueños fue un dulce susurro: "Gracias Aqua, ahora... Descansa..."

Continuará... 




jueves, 4 de julio de 2013

Lunarïe II

Con estas solemnes palabras se presentó la Reina de Reinas, la máxima soberana de Ialanthilïan. Por mi parte, lo único que pude articular fue un:
-En... Encantada...
Titania sonrió, provocándome un extraño escalofrío y clavó sus pupilas negras como la noche que nos cubría en mis ojos... Parecía que quería llegar a lo más profundo de mi ser... Descubriendo mis secretos mejor guardados...
Por suerte, Atlantia habló y Titania apartó sus fríos ojos de mí, aliviándome:
-Majestad, ¿podríamos descansar en tu palacio para poder continuar mañana con nuestro viaje?
-Por supuesto Atlantia- concedió Titania.- Ahora que sé que Aqua está aquí, en nuestro mundo, puedes llevarla a donde quieras... Eso sí, siempre respetando las reglas.
-Eso siempre, majestad.- Atlantia estaba muy seria y su voz era solemne.- Gracias por vuestra hospitalidad.
Titania hizo un gesto con la mano y, al instante, entre los árboles aparecieron dos lunarïes más:
-Duquesa Geminia, Núctuna... Llevad a nuestras invitadas al palacio de Nictis y aseguraos de que están cómodas en sus habitaciones.
Las dos asintieron, obedientes, pero aún así, creí detectar cierto odio en sus miradas... Supongo que no estaban demasiado conforme de que Titania les diera órdenes:
-Seguidlas, ellas os llevarán hasta el palacio. Mañana hablaremos Atlantia, sobre tu... 
Atlantia asintió, y yo supe en ese momento que estaban hablando de mi misión: encontrar a las demás acuarïes en cuerpos nemhiries... Al igual que Mireia estaba en mi interior, había más acuarïes perdidas por el mundo y era nuestra misión encontrarlas.
Atlantia echó a andar tras Núctuna y la duquesa Geminia y yo la seguí, no sin antes despedirme de Titania, tenía la sensación de que como no me despidiera de ella correctamente, era capaz de atravesarme con la mirada... O con algo más físico... Una... No sé por qué se me vino a la mente la imagen de un aspa negra... Brillante... Letal...
Atravesé el bosque de Lunarïe, los árboles parecían refulgir plateados a la luz de la gran luna llena y, entre las hojas, se escuchaban chillidos de unos diminutos seres alados de color azul. Al principio, creí que eran luciérnagas de colores, pero luego, cuando una se chocó conmigo y comenzó a hablarme atropelladamente y muy enfadada para luego continuar su camino, decidí que aquello no era definitivamente una luciérnaga. Atlantia me dijo que se llamaban pixis.
Finalmente, llegamos al palacio y, tras contemplar su alta fachada y sus altas torres puntiagudas que arañaban el cielo de Lunarïe, entramos.
No recuerdo muy bien los detalles de aquel hermoso palacio, lo único que recuerdo es el tacto de las sábanas de la cama y un olor dulce, muy dulce... Que hizo que me quedara dormida... Perdiéndome en la oscuridad de los sueños de Lunarïe...

****************

Me desperté lo que debieron de ser horas más tarde, aunque claro, no lo podía saber con exactitud ya que el cielo seguía siendo tan oscuro como antes y la luna llena iluminaba con su plateada luz el gran rectángulo que correspondía a la ventana de mi habitación. Me levanté de la cama y salí de la habitación, no quería estar más allí dentro, aquella estancia tenía demasiadas sombras para mi gusto.
Recorrí pasillos y escaleras iluminados por la luna intentando no pensar en ese chico de ojos verdes que había descubierto, en tan sólo los minutos que dura un extraño baile, que yo no era una humana... Esto... Nemhirie cualquiera. En el fondo aquello me molestaba un poco, ¿quién era él para decirme qué era o qué no era yo? Había sido muy simpático conmigo sí y el chico no estaba nada mal...
"No vayas por ahí Aqua... Que te pierdes" pensé yo, y era verdad, aquel chico estaba empezando a distraerme demasiado de lo que en realidad tenía que hacer, que era descubrir aquel nuevo mundo y cumplir mi misión. Pero su mirada esmeralda se había quedado clavada en mí y cada vez tenía más ganas de verlo, aunque lo odiara un poco por haber descubierto tan fácilmente mi secreto.
Al fin, encontré la salida del palacio y crucé la gran puerta que daban al exterior, al bosque donde había estado con Titania y Atlantia. De verdad, aquella Reina de Reinas daba miedo, su sonrisa no era amistosa y transmitía la extraña sensación de saberlo todo, de ser el ojo que todo lo ve...
Intimidaba bastante.
Mis pasos me llevaron al interior de una especie de bosque hecho de setos, setos altísimos que se entrecruzaban los unos con los otros. Formando senderos de hierba mojada por el rocío y rosas de delicioso olor. Continué caminando durante un rato y llegó un momento en el que quise volver atrás, pero no pude, por más vueltas que di, no encontraba la salida de aquel bosque. Parecía como si los setos se movieran para cerrarme el paso, veía el palacio, sus altas torres... Pero no avanzaba hacia él. En ese momento, lo comprendí.
Estaba en el interior de un laberinto.
"Que no cunda el pánico, Cielo sobre Agua" intenté tranquilizarme "Este laberinto tiene que estar cuidado por alguien, ya aparecerá".
Me senté en el suelo y me recosté sobre el seto, esperando a que apareciera alguien, pero yo solo escuchaba el sonido de la brisa entre las hojas de los setos y mi propia respiración, además del aleteo de alguna que otra pixi alterada.
Llegó un momento en el que empecé a asustarme, porque allí no parecía haber nadie y, además, en aquel mismo instante, comencé a escuchar pasos y voces.
Un grito sonó en la lejanía, algo que sonó a:
-¡TÚ! ¡VUELVE AQUÍ DUENDE!
"¿Duende?" pensé yo. Pero no me dio tiempo a asimilar la información, ya que en el seto donde estaba yo sentada antes, me había puesto de pie al escuchar los gritos, se abrió un enorme agujero provocado por una figura que lo había atravesado corriendo. La figura no me vio y chocó contra mí, tirándome al suelo y golpeándome en la costilla. Yo gemí dolorosamente y el desconocido se levantó rápidamente, yo le miré.
Era un chico de ojos rasgados y orejas puntiagudas.
El duende me miró de arriba a abajo descaradamente mientras yo seguía en el suelo con la mano en la costilla, la cual parecía no estar rota. El duende abrió la boca como si quisiera decirme algo, pero un objeto puntiagudo pasó rozando su mejilla y el ser se tiró al suelo.
-¡Por qué poco!- gritó una voz femenina.
El duende intentó levantarse, pero otra figura de pelo largo y negro se tiró a su espalda y le inmovilizó el brazo derecho:
-¿Ahora qué, eh? ¿Qué vas a hacer ahora?- le dijo al duende.
-Venga ya MissLu... Si sólo ha sido una broma...-replicó el otro con voz ahogada.
"¿MissLu?" pensé yo, incorporándome poco a poco.
-Primero, no me llames así...- le retorció un poco el brazo.
-¡Vale, vale Miss Lunarïe!- gritó el torturado.
-Y segundo, ¿tú crees que es una broma robarme mi daga plateada para abrir nueces?
-¡Vale vale vale!- el desdichado se retorcía de dolor.- ¡No lo haré más!
-¡Devuélveme mi daga!- el duende hizo un movimiento con su mano libre y una daga plateada, que relució al ser iluminada por la luna, apareció en la palma.
La llamada Miss Lunarïe la cogió y soltó al duende, que se tumbó bocarriba en el suelo y sonrió socarronamente:
-Encantado de tener estas peleas tan educativas con usted, Miss Lunarïe.

Ella lo miró y dijo, amenazadora:
-Puck...
El duende levantó las manos en son de paz y se incorporó de un salto, encarándose con ella:
-Tú mandas... Ahora, veamos como está la chica con la que he sufrido el pequeño accidente.
Se acercó a mí, que seguía sentada en el suelo, flipando con aquella extraña pelea y con la frialdad de la chica de pelo negro:
-¿Cómo está, bella dama?- dijo, ofreciéndome la mano para que me levantara.
Vale, yo le cogí la mano con desconfianza, que me llamara "bella dama" me pareció muy extraño: "¿Este quién es? ¿Uno que ha venido del siglo XVII?" pensé.
-Bien, creo que el golpe no ha sido para tanto...- me levanté con cuidado, me dolía un poco la costilla, pero nada serio. (El moratón que se me quedó luego fue de película)
-Lo celebro- me soltó la mano y distraído dijo.- Oh, no nos hemos presentado, yo soy Puck, duende galante y servicial con una carrera de más de dieciséis niños robados, a sus pies...- hizo una reverencia un tanto descoyuntada, pero esta me daba un poco igual... ¿Robaniños? ¿En serio?
Puck continuó:
-Y ella es Miss Lunarïe... Una tía simpática, pero poco aficcionada a las bromas- Puck soltó un suspiro dramático.- Una pena...
-Anda Puck, déjate de tonterías, que te enrollas más que una pixi con un hilo de lana... Y bueno, dejemos que ella se presente ¿no?
Cruce de miradas entre la chica y yo.
Parecía ser mayor, pero no mucho, sus ojos oscuros no eran como los de Titania, estos no querían hurgar en tu interior para sacarte los recuerdos hasta del día de tu nacimiento. Parecían más amigables...
No sé por qué, pero me dio la sensación de que nos íbamos a entender bien, pero no como las mejores amigas del "chupiguaydelparaguay", no era la clase de amistad que Miss Lunarïe ofrecía... Sino algo con promesas de aventuras alocadas, de bromas hacia los altos cargos, incluso de planes oscuros... 
No sé si sería por mi alma de acuarïe, ya que mi pueblo tuvo un pasado fuera de la ley y lleno de intrigas, pero aquella chica me cayó bien, desde el principio...
-Me llamo Cielo sobre Agua, Aqua para los amigos... He venido con la reina Atlantia.
Puck me miró sorprendido y Miss Lunarïe enarcó una ceja:
-Claaaro...- dijo, con ironía.- La reina de Acuarïe, que no sale de su reino desde hace meses, ha abandonado su refugio marino para traer a una chica perdida ¿no?
Yo la miré y compuse una media sonrisa irónica en mi rostro:
-Al menos ella no va persiguiendo duendes por ahí...
Miss Lunarïe sonrió con la misma sonrisa que yo y dijo:
-Encantada de conocerte Aqua.
-Lo mismo digo MissLu.
Puck miró a la lunarïe, esperando lo peor. Pero esta vez, ningún aspa negra voló.

Continuará...
 
 

jueves, 18 de abril de 2013

Lunarïe I

Totalmente impresionada me quedé, tanto, que no pude articular palabra ante aquella afirmación de Sheren:
-Sé que no pareces ser lo que eres... ¿Quién eres en realidad?- sus ojos verdes parecían querer entrar en mi interior a través de los míos y descubrir mi secreto.
Iba a abrir la boca para pronunciar la típica frase de: "No sé de lo que estás hablando", pero no pude, porque una voz femenina sonó a mi izquierda:
-No te metas donde no te llaman Sheren.
Nos volvimos a la vez, rompiendo el contacto visual y ante nosotros, del bosque surgía una alta figura de mujer con un vestido largo y con una extraña máscara:
-Atlantia...- murmuró Sheren, pude vislumbrar un tinte de odio en su voz. Por el rabillo del ojo, pude vislumbrar que el rey levantaba el mentón y entrecerraba los ojos, mirando a la reina.- Tú de nuevo, ya sabía yo que tenías que estar mezclada en este asunto.
La mujer avanzó hacia nosotros, y se colocó junto a mí, sin dejar de mirar a Sheren, el cual la seguía con la mirada, sin perderla de vista. La tensión se palpaba en el ambiente y yo me sentía un poco incómoda y, cómo no, preguntándome por qué estaban así, qué les habría ocurrido en el pasado para que compartieran aquel odio. 
Atlantia me puso una mano en el hombro y dijo:
-Lo que yo tenga que ver o dejar de ver con Aqua es asunto mío. No tuyo, gracias por cuidar de ella.- Perfecto, ahora era una cría de tres años a la que había que "cuidar", quise mirar con odio a Atlantia por aquello, pero me reprimí, de todas maneras, gracias a ella no tuve que contar mi secreto a Sheren. Sabía que si él me seguía mirando un poco más, no hubiera podido resistirme y hubiera tenido que contárselo todo.
-Ha sido un placer, además, tanto como cuidarla no, ni que fuera un bebé nemhirie...- lo miré, boquiabierta, ¿también era capaz de leer los pensamientos de los demás? Él me guiñó un ojo y yo le sonreí tímidamente, sentí la presión de la mano de Atlantia sobre mi hombro más fuerte y su voz, tensa, decir:
-Tenemos que irnos, Sheren. 
-Oh, ¿tan pronto? Tenía una habitación preparada para Aqua...
-Pues no hará falta, disculpa las molestias- lo cortó Atlantia.- Adiós, Sheren.
-Buen viaje Aqua- dijo, mirándome. Yo asentí, agradeciéndole sus palabras mudamente y después, la vista se me nubló, como si una cascada de agua cayera por mis ojos. Los cerré, pero antes, pude ver como Sheren me sonreía, despidiéndose.


Al despertar, me recibió un cielo lleno de estrellas y una luna llena bellísima, que brillaba radiante, iluminando los árboles del bosque donde me encontraba y las rosas que crecían alrededor del tronco más cercano. Me incorporé y miré a mi alrededor, junto a mí, había más árboles y flores iluminadas por la luz de la luna, sonaban los grillos y unas pequeñas luces azuladas volaban de unos árboles a otros, chillando en u idioma incomprensible. Me levanté y escuché un par de voces femeninas, una de ellas era la de Atlantia, pero, la otra, era fría y cortante como el hielo, pero a la vez, suave y moderada como la caricia traicionera de una soga antes de ahorcarte. Era extraña y, la primera vez que la escuché, me estremecí del frío que sentí.
Comencé a acercarme a las voces, siguiéndolas hasta que llegué a un claro plateado donde estaba Atlantia y una mujer tan alta y delgada como la reina del agua, la cual portaba un vestido negro que brillaba a la luz de la luna y, a su espalda, se veían unas alas blancas traslúcidas preciosas. Su piel era tan blanca como el mármol y su rostro, delicado pero a la vez con una expresión fría, casi sin sentimientos. Escuchaba concentrada lo que Atlantia le decía:
-Te la presentaré, como has ordenado, pero debes guardar el secreto de su presencia aquí... Te lo pido como un favor de reina a reina.
-Atlantia...- su voz era tan aguda como el sonido de unas campanillas.- Tranquila, esto que me has contado no saldrá de aquí, pero debes prometerme que me mantendrás informada acerca de los progresos de tu proyecto.
-Lo juro- dijo Atlantia.
Crucé los arbustos, sintiéndome un poco acongojada ante la presencia de aquella mujer tan pálida, tenía la sensación de que era una personalidad importante en Ialanthilïan. Ambas mujeres se volvieron hacia mí y Atlantia dijo:
-Cielo sobre Agua, te presento a la reina Titania, reina de Reinas y soberana de Lunarïe, el mundo en el que encuentras. 
La reina Titania se volvió hacia mí y me dijo, con una leve sonrisa:
-Bienvenida, Aqua, al reino de la eterna noche.
 
 
 

 

domingo, 17 de marzo de 2013

Ithirïe

La primera vez que vi las enormes pirámides de Ithirïe me quedé impresionada.
Por su fachada ascendían, sinuosas, las enredaderas y el musgo. Conté hasta cuatro pirámides que se alzaban, orgullosas, hacia el cielo de Ithirïe. Cuando salimos de la densa vegetación que rodeaba a las pirámides, pude observar que entre las estructuras había una especie de plaza inmensa que llenaba el espacio que separaba las pirámides. Estaba hecha de una material marmóreo y, en el centro, había un dibujo tallado en muchos colores pero no pude identificar qué era exactamente. Parecía una especie de serpiente, pero no estaba segura. Mientras, el sol del atardecer lo bañaba todo con su luz anaranjada. Lo más extraño era que no se oía absolutamente nada, sólo el susurro del viento entre las hojas y alguna que otra ardilla que enredaba con las ramas en el bosque que quedaba a mis espaldas, y que rodeaba a las pirámides y la plaza. La voz de la mujer me sacó de mis ensoñaciones, susurrando:
-Escúchame bien, y haz caso de lo que digo, yo ahora tengo que irme pero, pase lo que pase, no salgas de aquí hasta que te vuelva y te haga una señal. Aún no conoces a mi pueblo y has venido, digamos... En un momento delicado.

Me quedé muy intrigada con aquello y un poco molesta de que aquella mujer me hablase en un tono tan autoritario, pero le prometí que lo haría: "Tengo que hacer caso de ellos, que ya conocen este extraño mundo, hasta que aparezca Atlantia..." pensé, suspirando resignada.
La mujer se volvió con la cesta y yo volví la vista de nuevo hacia la plaza. De repente, me di cuenta que no sabía su nombre y, cuando me volví para preguntarle... Había desaparecido. 
Suspiré, resignada: "Vale, todo muy lógico" pensé con ironía. Pero, ¿qué era lógico en todo aquello? De repente, una imagen de mis padres apareció en mi mente, y la preocupación me visitó desde que había llegado a Acuarïe. Estarían buscándome... Tenía que hablar con Atlantia y regresar a mi mundo para hacer, al menos, acto de presencia. Pero, ¿cómo?
Escuché el sonido de un instrumento, era de percusión y tenía mucho ritmo. Luego, otros instrumentos se unieron y la canción adoptó un ritmo más moderno, más... más... humano. Una voz masculina pero extrañamente joven comenzó a cantar algo sobre pasar el limbo y me volví hacia la plaza, en el medio de la cual había un grupo de mujeres que danzaban de manera muy parecida a los africanos, era un baile con mucho ritmo y las mujeres lo marcaban muy bien. En sus manos y pies relucían, hermosas, unas pulseras de oro que tintineaban a cada movimiento. 
Busqué de donde provenía la voz y vi en lo alto de una de las pirámides de la derecha una figura que comenzaba a bajar al mismo ritmo de la música por las escaleras de la pirámide que daban a la plaza. De las otras pirámides empezaron a bajar más personas, niños, mujeres, hombres... Todos moviéndose totalmente sincronizados y de manera espectacular. 
El ambiente que se había creado en la plaza era increíble y, aunque no eran muchos, yo conté unos doscientos, con sus movimientos llenaban la plaza y hacían que mi cuerpo quisiera moverse al mismo ritmo que el de ellos. 
En ese mismo instante, una cara conocida se acercó al límite de la plaza en la que estaba yo, escondida entre los troncos de los árboles. La mujer que me había encontrado, junto con otras cinco, colocó las manos en el suelo y yo me quedé petrificada, porque, bajo sus manos, el material marmóreo se partió y, de las grietas surgieron unas serpientes, dos por cada mujer, que se enrollaron en sus manos.
Yo me tapé la boca para no gritar, mientras veía cómo las serpientes se enrrollaban en el talle de las mujeres y cómo estas se dirigían hacia el centro de la plaza, donde los bailarines abrieron un espacio central, en el que las mujeres se colocaron. 
Ellas abrieron los brazos, las serpientes se deslizaron por los troncos femeninos para continuar por los brazos y terminar uniéndose con la serpiente de la otra mujer que tenían al lado. Así, se terminó formando un enorme círculo, ya que los reptiles eran muy largos, cuyos componentes eran las mujeres y las serpientes. La figura que bajó anteriormente por la pirámide se colocó en el centro del círculo, no sin antes pasar bailando el limbo por la unión que formaban las serpientes de la mujer a la que yo había conocido y otra que estaba a su lado de pelo castaño. 
Me di cuenta, aunque estaba lejos, de que la figura tan sólo era un chico que parecía de mi edad, quizás uno o dos años mayor que yo y que, a sus espaldas, comenzaron a abrirse dos preciosas alas traslúcidas de color verdoso. Me di cuenta de que estaba ante Bella Gente y que ellos habían sido los primeros a los que había visto las alas, ya que el resto de la multitud también había comenzado a desplegar sus alas. Algunos se alzaron, flotando levemente en el aire, mientras seguían bailando al ritmo de la música y de la voz de aquel chico. 
De repente, una fuerza misteriosa, no sé si fue la música, no sé si fue la mujer, me empujó a caminar hacia el círculo mientras sentía cómo Mireia (ya había aprendido a identificarla en mí) se agitaba, nerviosa y excitada, porque intuía que algo excepcional iba a pasar. 
Así fue, me dirigí hacia el círculo y pasé bailando perfectamente el limbo, bajo la misma unión que había elegido el chico. Miré a la mujer a los ojos y esta me respondió moviendo la cabeza hacia el chico que estaba en el centro del círculo.
Yo me giré y...
El corazón se me paró.
Dos ojos verdes impresionantes me miraron, inquisitivos y divertidos, los cuales estaban enmarcados en un bello rostro, que estaba rodeado por el cabello más sedoso y bonito que hubiera podido ver jamás. Era del color de la tierra, oscura, pero también clara. 
Se acercó a mi y cuando me cogió por la cintura, mis pensamientos se dividieron en dos, uno venía de mi sentido común: "¿Qué hace? Muchas confianzas tiene este contigo para cogerte así, como no te suelte verás..." Sin embargo, mi corazón decía: "Déjate llevar, ¿qué más da?" Y, como siempre, ganó el corazón al sentido común. 
Me dejé guiar por su baile y por sus ojos, que se clavaban en los míos. Dimos vueltas por el círculo siguiendo la música y su voz y, cuando la canción terminó, él me soltó, dejándome en medio del círculo. Vi cómo las serpientes bajaban del círculo y cómo se enrollaban en sus alas, las que aguantaron estoicamente. El chico de ojos impresionantes dijo algo en un idioma desconocido y los presentes gritaron algo que sonó a: 
-¡REY SERPIENTE! ¡REY SERPIENTE! 
Parece que mi cerebro despertó y pensé, alegrándome de saber que aún era yo y que aquel chico no me había hecho perder la cordura: "Mucho no se han currado el nombre, la verdad" 
La música se desvaneció y, con ella, las serpientes. 
El chico se volvió hacia mí y dijo:
-Saludos, chica nemhirie. Me presento, mi nombre es Sheren y soy el rey de este reino, de Ithirïe.- ¡Era rey! Pero... ¿no era muy joven para serlo? Pero claro, aquello era otro mundo, no seguían los mismos criterios que en el mío, que en el de los humanos.- Supongo que ya habrás conocido a mi consejera mayor, Nirela. 
La mujer del pelo negro asintió educadamente. Yo conseguí sonreír, ante todo aquel cacao mental, mientras intentaba asimilar la información:
-Te damos la bienvenida a Ialanthilïan, el reino de la Bella Gente. 
-Gra... gracias...- murmuré, sonrojándome, tenía a todo un pueblo pendiente de mí. 
-Ahora te toca a ti, dinos, ¿cómo te llamas?- se acercó a mí y casi me perdí de nuevo en sus ojazos. ¿Así cómo quieres que conteste?
-Me llamo... Ciel... Bueno, Aqua- mejor seguir manteniendo mi identidad.- Soy humana, estaba paseando por la playa cuando, de repente, he aparecido al lado de un gran lago aquí, en este bosque. 
Sheren arrugó su frente, en un gesto de confusión, y dijo, volviéndose hacia Nirela:
-¿Playa? Normalmente aparecen cuando están en un bosque ¿no?
-Así es, mi señor. Pero recuerde que estamos en pleno verano nemhirie, y esta época es muy confusa para la magia. 
-Es verdad... Es verdad...- dijo el joven monarca, asintiendo, luego se dirigió hacia los presentes y dijo, en voz alta y enérgica.- Doy por concluida esta ceremonia, gracias por aceptarme como vuestro rey y...
Dijo unas pocas palabras más en el extraño idioma y sus súbditos lo aclamaron en el mismo idioma. Luego, desaparecieron tan rápido en el bosque como habían llegado, unos volando, otros a pie. 
Nos quedamos solos en la plaza Sheren, Nirela y yo. El rey dijo:
-Nirela, ordena que preparen una habitación a Aqua, mañana será otro día. 
Ella pareció confusa y me miró:
-Pero... ¿no la vamos a llevar de vuelta a su mundo?- me estaba empezando a cabrear; ¿decidían mi futuro como si yo no tuviera ni voz ni voto? Además, si me llevaban de nuevo al mundo nemhirie, ¿cómo iba a volver con Atlantia?
Sheren la miró fijamente y yo me di cuenta que Nirela parecía mucho más joven de lo que parecía, quizás dos o tres años mayor que Sheren y yo. El chico le dijo:
-No de momento, tengo que preguntarle algunas cosas antes de eso. Además, ¿no sabes la nueva ley de Titania?
Nirela pareció confusa y dijo:
-No.
Sheren fue cortante:
-Pues te informas... Ahora, por favor, ¿puedes ir a hacer lo que te he dicho?
Nirela cerró la boca, que se le había quedado abierta por la impresión y dijo, seria:
-Está bien, majestad- se dio media vuelta, no sin dedicarme antes una mirada de... ¿Rencor? ¿Envidia? ¿Venganza? Ya me había ganado una enemiga en aquel mundo; "perfecto" pensé, irónica. La voz del rey me sacó de mis pensamientos:
-Perdónala, a veces es un poco... Como decirlo... Áspera.
-Cuando me encontró parecía amable- dije, y no era mentira, parecía una persona simpática.
-Ya, supongo, es una costumbre aquí en Ithirïe recibiros... Recibir a los humanos con hospitalidad. Luego, con el paso del tiempo, algunos pierden las buenas formas...- dijo, con los ojos en blanco. Yo sonreí, me caía bien Sheren, era muy sincero.- ¿Me acompañas?
Yo asentí y lo seguí hasta el bosque. Paseamos en silencio, mientras la noche caía sobre Ithirïe. Yo miraba de reojo a Sheren y observaba su perfil, aún no me creía que aquel chico fuera rey de aquel reino verde, supongo que me acostumbraría a aquellas locas costumbres (viva la redundancia). Suspiré en silencio, mientras observaba sus alas a escondidas.
Unos minutos más tarde, al llegar a un claro, Sheren paró y yo le miré:
-Vale, Aqua, seamos realistas y dejemos de fingir...- me miró fijamente y yo me hundí en su mirada esmeralda.- Sé que no eres quien pareces ser...

Continuará...